Pasan los años y con ellos pasan rostros, miradas, sonrisas y suertes.
En su paso, como caudal de aguacero arrastra cada piedra del camino.
Nada puede detenerlo y en su avance esculpe la tierra en la que fluye
rompiendo rocas y llenando de vida sus orillas.
El tiempo, con sus pasados y futuros, poblado de rostros y recuerdos
nos recuerdo lo que fuimos y en su reflejo nos juzgamos y entendemos
casi todo lo que pasa.
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